jueves, 7 de mayo de 2015

Plantas

Entramos a comprarle
un cinco euros de María

Primero se escuchó la perra.
Subimos las escaleras
de esta casa típica casa de montaña
al norte de Catalunya

Lo primero que me llamó la atención
fueron los geranios
Todos de colores diferentes
todos florecidos.

La perra nos dejaba subir los pisos
de a poco
Le dije que había un talento ahí
–en la disposición de los geranios–
y que también me gustaba el cactus

Mi amiga me dice que es jardinero.
Después me iba a enterar
que da clases de snowboard
y que tiene la tenencia de sus hijas
porque la madre no se ocupa de ellas


Me dijo que los colores
los había pensado a propósito,
cada maceta sobre el balcón.
Cada plantín con su color y su pompa,
tan parecidos a los malvones

y los malvones tan borgeanos.
Cuando estaba ciego, el viejo
le pidió a alguien que lo ayude a organizar su biblioteca
A cambio le regaló un brote

Me dijo que también eligió
que los dos geranios de las puntas
sean un poco mas colgantes
Su ramillete, florido, caía
sobre el camino de adoquines

Ahí me contó que el cactus era un San Pedro
Le pregunte si era el San Pedro mágico
Me respondió que si
Le pregunté que hacía,
si solamente crece en el desierto peruano

Le pregunté si ya lo había probado
Me dijo que el San Pedro
todavía no le había dicho que lo pruebe,
pero que su padre,
ahora que es jubilado
le sale con cosas raras,
como que quiere probarlo,
porque en estos años sólo quiere hacer nada
y lo que se le canten los cojones.

Me dijo que la planta
que crecía rodeando el San Pedro
era una begonia de su abuelo
Le pedí que me explique
la belleza de esas flores rosas,
racimadas, facetadas, de papel barrilete

Me dijo que le florece todos los años
y me mostró la orquídea
Me levanté para verla más de cerca.
Y vi el cuarzo cerca del tallo

Era una escultura voluptuosa
de sexo femenino
de piel blanca y pintas lilas.

Me explicó que siempre le florece,
que sólo en ese lugar de la casa florece.